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Síndrome de la vaca caída: causas, síntomas y cuatro estrategias clave de prevención para la salud del rebaño

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Gestionar los problemas de salud del ganado es un desafío, y cuanto mayor sea el rebaño, mayor será la dificultad. Uno de los problemas más comunes es el síndrome de la vaca caída. Esta afección tiene causas múltiples y complejas, lo que dificulta el diagnóstico y el pronóstico, y el tratamiento inmediato no siempre es posible. Ante estos desafíos, la capacidad de evaluar y gestionar eficazmente la afección se convierte en la piedra angular del éxito de la ganadería. Este artículo le guiará a través de los síntomas, las causas subyacentes, los métodos de diagnóstico y el manejo de emergencias, ayudándole a responder eficazmente al síndrome de la vaca caída.

¿Qué es el síndrome de la vaca caída?

El síndrome de la vaca caída no es una sola enfermedad. Se refiere a un estado en el que la vaca, por diversas razones inexplicables, permanece recostada e incapaz de mantenerse en pie por sí sola, generalmente durante al menos 12 a 24 horas. La recostación inicial puede deberse a diversas causas primarias, como trastornos metabólicos, traumatismos, infecciones, enfermedades degenerativas o intoxicaciones. Se observa con mayor frecuencia en vacas lecheras, especialmente en las que se encuentran en el periparto o al comienzo de la lactancia. El síndrome de la vaca caída se puede clasificar en alerta y no alerta para facilitar la evaluación clínica y el manejo.

Alerta Vacas Caídas

La vaca está consciente y alerta, sin presentar signos de enfermedad sistémica ni cambios de comportamiento. Puede comer y beber con normalidad y mantener la posición de decúbito esternal (apoyada sobre el pecho). Aunque no puede mantenerse en pie, su estado mental es estable, lo que la convierte en candidata ideal para observación clínica y atención remota.

Vacas caídas no alertas

Se refiere a una vaca con alteración de la consciencia. El animal se muestra apático, letárgico o somnoliento, puede presentar un comportamiento depresivo y suele presentar signos de enfermedad sistémica o problemas del sistema nervioso central. Estos casos requieren observación intensiva, diagnóstico y atención veterinaria.

¿Por qué las vacas se caen? 4 causas principales del síndrome de la vaca caída

Causa 1: Trastornos metabólicos

Diversas anomalías metabólicas pueden provocar el síndrome de la vaca caída, como la hipocalcemia (fiebre de la leche), la hipomagnesemia, la acidosis nutricional, la cetosis, la hipocalemia y el hígado graso. Entre estas, la cetosis bovina es la más común. La cetosis primaria suele presentarse en vacas lecheras de alta producción debido a una disminución repentina del apetito, hígado graso causado por la obesidad o el consumo de ensilado con un contenido de humedad excesivo. La cetosis secundaria, por otro lado, puede desencadenarse por otras enfermedades como la hipocalcemia, el desplazamiento del abomaso, la cojera o las enfermedades de las patas, o la retención de placenta.
Artículo relacionado: ¿Cómo afecta la cetosis bovina al rendimiento de la producción de leche? ¡Comprenda la etiología y los síntomas para prevenir la cetosis!

Causa 2: Infecciones inflamatorias

Las enfermedades inflamatorias también pueden causar decúbito, como la metritis séptica aguda (infección uterina) o la peritonitis aguda (p. ej., por rotura uterina o reticulitis traumática/enfermedad del tejido duro). Además, el decúbito prolongado puede provocar complicaciones como mastitis aguda y úlceras por presión (úlceras de decúbito), lo que aumenta el riesgo para la salud de la vaca y dificulta su manejo.

Causa 3: Daño nervioso

Los problemas neurológicos, como la parálisis de los nervios obturador, ciático o femoral, suelen ser un factor importante en el síndrome de la vaca caída. La gravedad de la lesión del nervio ciático se considera un factor crítico para determinar la capacidad de recuperación de una vaca caída. El daño nervioso sufrido durante un parto difícil (distocia) también puede provocar "parálisis del parto", lo que impide que la vaca pueda permanecer de pie durante períodos prolongados. Independientemente de la causa original, el decúbito prolongado puede provocar lesiones por compresión secundaria en los músculos y nervios pélvicos y de las extremidades, ya que el peso corporal comprime los músculos de las extremidades inferiores, y tanto las extremidades delanteras como las traseras pueden verse afectadas durante el decúbito lateral.

Causa 4: Lesiones traumáticas

Las lesiones musculoesqueléticas causadas por resbalones o caídas se encuentran entre los desencadenantes inmediatos más comunes del síndrome de la vaca caída. Algunos ejemplos incluyen dislocación de cadera, rotura de tendones, músculos o ligamentos, y fracturas femorales. El entorno de la vaca influye considerablemente en la aparición de estas lesiones: si el suelo es resbaladizo, debe considerarse seriamente la posibilidad de una lesión musculoesquelética; por el contrario, la probabilidad de este tipo de trauma es menos frecuente cuando las vacas se alojan en espacios abiertos, sobre tierra o en una cama bien mantenida.

¿Cómo identificar el síndrome de la vaca caída? ¡Domina los síntomas típicos para reconocerlo rápidamente!

Cuando el tratamiento de la causa subyacente del decúbito es ineficaz y la vaca no puede mantenerse de pie durante más de 24 horas, suelen aparecer varios síntomas distintivos. Estos signos suelen ser el resultado de lesiones por compresión prolongada en los músculos y nervios. Los veterinarios suelen buscar los siguientes signos clínicos:

  • Movilidad: La vaca no puede mantenerse en pie ni caminar por sí sola. Su movimiento está restringido, a menudo limitado al uso de las extremidades delanteras para arrastrarse (arrastre), lo que sugiere una posible lesión en las extremidades inferiores o en los nervios.
  • Postura en decúbito: La postura prolongada sobre el esternón (sobre el pecho) o lateral (acostado de lado) produce compresión localizada de músculos y nervios, lo que fácilmente puede provocar úlceras por presión (úlceras por decúbito) y necrosis tisular.
  • Estado mental: Las vacas alertas y caídas permanecen conscientes y reactivas; las vacas no alertas parecen apagadas, apáticas o letárgicas, lo que podría indicar una enfermedad sistémica acompañante.
  • Apetito y excreción: Algunas vacas aún pueden comer, beber, orinar y defecar. Sin embargo, las vacas con síndrome de la vaca caída más grave pueden experimentar disminución del apetito o anorexia total.
  • Estado posparto: Las vacas lecheras que se encuentran dentro de las 48 horas posteriores al parto son más susceptibles al síndrome de la vaca caída. En este período, suelen estar en decúbito lateral y suelen presentar problemas metabólicos o neurológicos posparto concurrentes.
  • Posición de las extremidades posteriores: Si observa las extremidades posteriores de la vaca extendidas hacia atrás y hacia afuera, esto podría indicar parálisis o paresia del nervio obturador. También podría ser un signo de luxación de cadera o una fractura femoral o tibial. Si las extremidades anteriores están extendidas lateralmente y presentan pliegues cutáneos, la probabilidad de fractura suele ser muy alta.

Síndrome de la vaca caída (DCS): Procedimiento operativo estándar de oro (SOP) para rescatar vacas reclinadas.

La respuesta de emergencia tras el decúbito de una vaca es crucial; se debe evitar cualquier demora. El decúbito prolongado puede provocar rápidamente numerosas complicaciones, como mastitis aguda, úlceras por decúbito (escaras) o incluso traumatismos en las extremidades debido a la dificultad de la vaca para incorporarse o reposicionarse. Algunas vacas pueden desarrollar mioglobinuria grave, que puede derivar en insuficiencia renal. En tales situaciones, se recomienda encarecidamente buscar asistencia veterinaria de inmediato y, al mismo tiempo, iniciar la atención de emergencia para asegurar el mejor período de recuperación posible.

Guía de manejo del síndrome de la vaca caída 1: Observación remota

Antes del examen físico, confirme la información básica de la vaca: edad, período de parto, índice de condición corporal (CCC) e historial médico relevante. Observe a la vaca a distancia para evaluar su comportamiento general, postura, respiración, nivel de actividad y posición de las extremidades. Evalúe si la vaca recostada presenta dificultad para voltearse. Simultáneamente, asegúrese de que el entorno sea seguro: verifique que el suelo sea antideslizante, que haya suficiente espacio y que se evite el hacinamiento. Si es necesario, proporcione un buen soporte, como una cama blanda o una cama de paja profunda, para minimizar el riesgo de lesiones secundarias.

Guía de manejo del síndrome de la vaca caída 2: Examen físico

El siguiente paso es una exploración física completa, que incluye la evaluación del estado de hidratación (p. ej., ojos hundidos, piel encorvada), la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y el pulso. La palpación y la auscultación abdominal permiten descartar anomalías gastrointestinales o afecciones abdominales agudas. En vacas lecheras en decúbito, es necesario examinar la ubre, ya que las infecciones de las glándulas mamarias pueden ser causa de DCS. En vacas periparturientas, se requiere una exploración vaginal, ya que una lesión vaginal o una metritis con toxemia asociada suelen contribuir al decúbito posparto.

Guía de manejo del síndrome de la vaca caída 3: Cómo ayudar a la vaca a ponerse de pie

En vacas recostadas con buen estado mental, se debe estimular al animal para que intente ponerse de pie primero y observar el movimiento de sus extremidades y su capacidad de soportar peso, lo cual ayuda a determinar la ubicación del daño nervioso o muscular. En condiciones seguras, se deben utilizar dispositivos de elevación para elevar lentamente a la vaca, permitiendo que las extremidades traseras soporten el peso. Si la vaca presenta una lesión unilateral, puede intentar levantarse del lado sano. Este proceso puede requerir varios intentos, y se debe vigilar de cerca el estado de las extremidades.

Guía de manejo del síndrome de la vaca caída 4: Diagnóstico de la vaca caída secundaria

El diagnóstico de una vaca con caída secundaria, además del examen físico básico, se beneficia del análisis bioquímico sérico y el análisis de orina, que brindan más pistas sobre las causas subyacentes. Para afecciones como fracturas, patología articular y daño nervioso, el diagnóstico se basa principalmente en un examen físico minucioso. Aunque las radiografías son limitadas en la granja, veterinarios experimentados que utilizan tecnología de ultrasonido pueden ayudar a diagnosticar fracturas de huesos largos en las extremidades superiores, así como lesiones articulares y tendinosas.

Guía de manejo del síndrome de la vaca caída 5: Tratamiento de la vaca caída secundaria

Además de abordar la causa principal del decúbito, se debe prestar atención a posibles problemas secundarios, como inflamación, cetosis o desequilibrio electrolítico causado por la inapetencia. Durante el cuidado, es fundamental mantener una hidratación adecuada y controlar el dolor. Se debe ayudar a la vaca a intentar ponerse de pie diariamente. Si la situación lo requiere, se puede utilizar un tanque de flotación (o baño de agua) para aliviar la carga de la vaca. Todos los registros de observación deben entregarse al veterinario para que el equipo profesional pueda formular el plan de tratamiento más adecuado y evaluar el estado de recuperación posterior.

Guía para el manejo del síndrome de la vaca caída 6: Suplementación nutricional

Las vacas recostadas con poco apetito son propensas a deficiencias energéticas y minerales, como cetonuria, hipopotasemia o hipofosfatemia. La suplementación oral con potasio, fósforo, calcio y propilenglicol puede ayudar a reponer las necesidades corporales esenciales. Además, el manejo del dolor y el mantenimiento de una hidratación adecuada son fundamentales para el cuidado de apoyo. Se recomienda el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) para aliviar el dolor y las molestias causadas por el daño muscular y reducir la inflamación secundaria, lo que puede ayudar a la vaca a mantener o estimular la autoalimentación.

Más vale prevenir que curar: Monitorizar los informes de sangre para reducir el riesgo de recumbencia en la fuente

Los cambios en marcadores sanguíneos como la creatina quinasa (CK), la aspartato aminotransferasa (AST) y la lactato deshidrogenasa (LDH) en vacas recostadas reflejan la magnitud del daño muscular. Cuando el músculo sufre un daño agudo (p. ej., por un traumatismo), los niveles de CK aumentan rápidamente y luego disminuyen rápidamente. Si los niveles de CK se mantienen moderadamente elevados, sugiere una lesión por compresión en curso. Los análisis de sangre tempranos y repetidos ayudan a diferenciar entre daño muscular agudo (primario) y persistente (secundario), lo que facilita el tratamiento clínico y el pronóstico.

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Conclusión

La etiología del síndrome de la vaca caída es compleja. Si bien un traumatismo muscular agudo, como un resbalón, puede ser la causa principal, el daño muscular secundario resultante de un decúbito prolongado también contribuye a una actividad enzimática elevada. Confiar únicamente en la experiencia y la observación visual a menudo no permite comprender el verdadero estado de salud de la vaca a tiempo. El análisis bioquímico sérico permite la detección temprana de cambios anormales, lo que constituye una base vital para el tratamiento y el pronóstico posteriores. Para lograr el principio de "más vale prevenir que curar", el monitoreo debe convertirse en un hábito regular. El sistema de monitoreo de glucosa en sangre y β-cetona (BHB) SANcheck ABEL Vet GK de General Life Biotechnology, que evalúa rápidamente el estado metabólico de una vaca lechera, es sin duda una inversión inteligente y de alto rendimiento para la gestión de la granja. Contáctenos de inmediato para obtener más información.
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Referencias
Síndrome de la vaca caída: causas, síntomas y tratamiento
Decúbito secundario bovino (síndrome de la vaca caída)
乳牛的酮症與預防

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